La aterradora historia de la casa poseída que era un portal del infierno Policía lo documentó
No se trataba de un robo ni de un caso de violencia doméstica, sino que de un reporte de posesiones y ocurrencias paranormales. Según había declarado la propia dueña de la casa, ella y sus tres hijos (de 12, 9 y 7 años) no sólo eran acosados por demonios, sino que la misma casa, a la cual se habían mudado en noviembre del año anterior, estaba poseída por espíritus malignos. El inmueble parecía exudar un extraño aceite y en su interior se paseaban figuras y entidades oscuras que caminaban y atacaban a la familia. Los niños, que eran arrastrados por los sillones, antes de entrar en terribles convulsiones y salmodiar versos satánicos, aseguraban que habían visto a algo parecido a un “monstruo negro y horrible” que los acechaba.
Charles Austin, un veterano y escéptico policía de 62 años que creía haberlo visto todo en su vida policial, sólo sabía que los servicios sociales de la ciudad le habían informado que los tres hijos de la señora Ammons habían dejado de ir al colegio por algo relacionado con demonios, por lo que no fue extraño que, al igual que el resto de sus colegas, pensaran que sólo se trataba de una broma o de un simple fraude. Los uniformados tuvieron que entrar de todos modos a la casa, guiados por la madre de Latoya Ammons, Rose Campbell, quien les había contado previamente a los policías que en una ocasión en que fueron visitados por un psíquico especialista en fenómenos paranormales, el menor de los niños, con sus ojos en blanco, había comenzado a “girar su cabeza y hablar en lenguas extrañas”.
“Entramos y lo primero que vimos en la sala fue una vela prendida y una biblia sobre un altar con un crucifijo, y vimos lo mismo en cada cuarto de la casa. En el refrigerador había un dibujo de uno de los niños con un Jesús en la cruz pero, detrás de él, vimos algo parecido a figuras demoníacas. Quedamos paralizados de terror”.
El oficial Austin agrega que cuando él y su equipo bajaron con sus radios al sótano, una voz en la radio bufó la palabra “Hey”, para a continuación gritar “salgan de aquí” (“You outta here”). Luego la comunicación se tornó confusa y después quedó copada con estática. Austin y sus colegas, pese a lo asustados que estaban, tomaron numerosas fotografías de las figuras y de todos los inexplicables sucesos que presenciaron, pero la mayoría de las imágenes desaparecieron de sus cámaras y teléfonos celulares porque la mayoría de los aparatos de comunicación comenzaron a mostrar inexplicables fallas después de esa visita. Sin embargo, en una de las pocas imágenes que la Policía tomó posteriormente desde el exterior de la casa, se puede ver la silueta de una supuesta figura demoníaca agazapada detrás de una ventana. Además, uno de los policías también logró grabar uno de los extraños sonidos que se escucharon cuando bajaron al sótano.
El agente Austin, luego de salir de la casa junto a sus compañeros, reveló que cuando se iba a subir a su auto el asiento del conductor comenzó a moverse por sí solo, hacia atrás y hacia adelante. “Todos los que estuvimos ahí ese día en el sótano y que vimos lo que vimos y pasamos por lo que pasamos después… todos pensamos lo mismo y todos lo llamamos igual. Ese pedazo de tierra era un portal del infierno”.
El exorcismo
Mientras los policías experimentaban esa inolvidable jornada de terror, el padre católico Michael Maginot, un experto en practicar exorcismos, fue llamado después de que una trabajadora de servicios sociales y una enfermera le comunicaran que habían visto a uno de los hijos de Layota Ammons trepar por la pared como una araña y caer de pie enfrente de ellas. Estas funcionarias, además, aseguraron que escucharon fuertes ladridos y gruñidos de animales cuando entraron en la casa, pese a que allí no había ni una sola mascota, para después ver una siniestra sombra que se deslizó furtivamente. Una de ellas, finalmente, reportó que uno de sus dedos se había “congelado” luego que tocara un extraño fango aceitoso que parecía gotear desde el techo del inmueble, sin mencionar que un sacerdote que había a revisar la casa, sintió que lo apuñalaban reiteradamente en el estómago mientras leía la Biblia en el sótano de la misma.
Después de hablar con los testigos, investigar concienzudamente el caso y recibir la autorización de su Obispado, el Padre Maginot decidió practicar un exorcismo a Latoya Ammons–quien se había mudado a un departamento en Illinois, mientras sus hijos eran cuidados por una institución del Estado – en el interior de la iglesia “St. Stephen the Martyr”, en Merrillville. Luego de atar algunos cabos, el padre había llegado a la conclusión que uno de los demonios que habitaban la casa intentaba apoderarse de Latoya, para transformarla en una “fuente” del mal. “Ella, en sus momentos de normalidad, hablaba de que veía a una sola entidad demoníaca que parecía dirigir a las otras. Cuando yo le preguntaba cómo se llamaba este ser, ella de inmediato comenzaba a experimentar convulsiones y otros síntomas clásicos de la posesión. En un momento determinado puse mi crucifijo sobre su frente y su cuerpo comenzó a agitarse violentamente. En ese momento me convencí que la fuente del mal era ella y no sus hijos. Los demonios saltaban a través suyo a sus hijos, para después volver a ella. Después que terminó la ceremonia pareció volver a la normalidad. Cuando se fue le regalé un crucifijo y un gran rosario hecho con medallas benedictinas. Ella me contaría posteriormente que, a poco de salir de la iglesia, el rosario se rompió por sí sólo en cinco partes, al igual que la figura de Cristo. Pero faltaba otra cosa. Cuando fui a buscar mi bicicleta encontré el asiento totalmente torcido, como si alguien de fuerzas hercúleas lo hubiera destrozado. Yo ya sabía quien había hecho aquello. Era una clara advertencia para mí”.
El día anterior al segundo exorcismo, el padre fue atacado físicamente por los demonios, pero él ya había conseguido lo que quería: conseguir que Latoya le revelera el nombre del o los demonios que la acosaban. “Uno era un nombre que aparece en la Biblia y otro era un nombre desconocido para mí. Pero lo importante es qué yo ya sabía cómo se llamaban. A estos espíritus demoníacos les gusta actuar desde el misterio y la oscuridad y el hecho de saber sus nombres era como un rayo de luz que les demostraba sus limitaciones. Si sabes sus nombres es más fácil conjurarlos y lograr que se vayan”.
El segundo exorcismo, al contrario que el primero, fue mucho más violento, según explicó el mismo religioso. “El exorcismo es un ritual que se repite una y otra vez, para arrinconar y confrontar a los demonios, y lograr que dejen a su víctima en paz. Por eso los sacerdotes debemos ir con regularidad a la confesión, para que no existan pecados inconfesables que ellos puedan usar contra ti para asustarte o distraerte. Se podría pensar que uno tortura a la persona poseída en esta ceremonia, pero no es así. El acosado es el demonio”.
El tercer y último exorcismo que el padre Maginot le practicó a Latoya Ammons fue en latín, y consistió básicamente en rezar a Dios y condenar al demonio. “En la parte en que recé a Dios ella no experimentó ninguna reacción, pero cuando comencé a condenar al demonio se agitó en violentas convulsiones. Ello fue muy interesante por cuanto Latoya Ammons no tenía ninguna noción del latín”.
Después de varias horas el exorcismo concluyó exitosamente. La mujer cayó en un profundo sueño y cuando despertó parecía totalmente renacida. En cuanto la vio, el padre Maginot le volvió a entregar el rosario destrozado que le había regalado la primera vez, para que lo llevara consigo a su nueva casa.
El Padre Maginot, por cierto, antes de comenzar el tercer exorcismo ya había visitado la tétrica casa donde vivían Latoya Ammons y sus tres hijos, “armado” sólo con incienso, sal y agua bendita. Después de una prolongada ceremonia de bendición logró “sellar” el supuesto portal infernal que había dentro del inmueble, lo que fue corroborado por los siguientes arrendatarios, quienes hasta la fecha no han reportado la ocurrencia de ningún hecho sobrenatural dentro de sus paredes.
Los pormenores de este caso, que habían permanecido en la más estricta reserva, fueron difundidos recientemente gracias a un reportaje del diario Daily Mail, que entrevistó a varios de los testigos de los hechos anteriormente narrados, como la abuela Rose Campbell, el policía Charles Austin y el mismo padre Michael Maginot.
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